Carta pública a Belén: Hija mía, sobre todas las cosas guarda siempre tu corazón.
- Cova de Iria
- 16 feb 2022
- 6 Min. de lectura
No quiero empezar por decirte hija, que vivimos en un mundo cruel, injusto, abusivo, duro y frío. Porque no es así amor. Vivimos en un mundo hermoso, una creación divina, donde cada día al abrir nuestros ojos podemos ver, experimentar, y ser testigos de las maravillas que Dios nos regaló; el cielo, las flores, las estrellas como tu mi vida, y la simplicidad de ese misterio, todos los días, debemos agradecer.
-Pero, si debo advertirte que vivimos en un mundo donde hay personas, que si lo son. - y eso, por más que quiera no lo puedo cambiar.
Asi que, debemos entender mi amor, que la vida es un hermoso regalo del cielo, que hace parte del propósito divino entenderlo, pero que tu y que yo, tenemos la libertad de hacer con ella lo que queramos, y es precisamente esa libertad, la que conlleva una serie de decisiones que nos hacen responsables de nuestro actuar.
A lo largo de mi vida he cometido muchos errores. Los sigo cometiendo. Y hoy, hija mía, te escribo esta carta en medio de mi imperfección para asegurarte sólo una cosa: te amo.
Te amo tanto, que a veces quisiera sacarte de este mundo que nosotros los seres humanos hemos convertido en cruel, injusto, abusivo, duro y frio, para protegerte. Te amo tanto, que lloro cada vez que leo en las noticias que a un niño o a una niña le pasó algo que te pudo haber pasado a ti. Te amo tanto, que la realidad de otros niños y otros padres, ahora es mía porque las comprendo, a veces con dolor por medio de mi amor por ti. Te amo tanto que cada vez que me equivoco siento culpa porque no quiero que mis faltas trasciendan hacia ti.
En un sistema alimentado con toda clase de acciones y de comentarios que le dan cada vez más fuerzas a un ambiente sexista, clasista, violento, manipulador como en el que tu y yo, ambas vivimos, no puedo hacer caso omiso a lo que está pasando. Es una realidad. Muchos quieren alzar su voz, pero no tienen el valor de hacerlo por estar inmersos, muy adentro, de prejuicios que habitan en nuestro consciente selectivo. (Ya te hablaré del famoso qué dirán.) Y no. Lee muy bien hija mía. Soy un ser imperfecto, que lucha, que llora, que se pierde, pero que ha entendido que la responsabilidad viene con la adultez, con los hijos, y que mi misión en esta vida es hacer de ti un ser compasivo, sensible, sereno pero fuerte, capaz de afrontar la vida misma. Y una cosa si te puedo asegurar: soy una mujer completamente segura de los sentimientos en su corazón. Una certeza que me cuesta todos los días, pero que me esfuerzo por mantener, porque sé que de eso depende mi vida, y ahora la tuya, y de esta verdad proviene la autoridad con la que hoy te escribo.
Es así como hoy, a través de estas letras que Dios me inspira, que espero lleguen a muchas personas, pero que son para ti, y que algún día tu también leerás, deseo decirte, que me quiero comprometer primero conmigo misma para luchar con tantas externalidades que me afectan y que por tanto te afectarán a ti. La batalla es fuerte, es grande, es real, sin embargo tu inocencia hija mía me hacen mantenerme en pie de lucha cada día.

En estos días he leído toda clase de opiniones, personas que a Dios gracias, alzan su voz, y a las que hoy me quiero sumar, pero con un llamado para interiorizar sinceramente cómo vivimos, cómo sentimos, cómo amamos. Nosotros como padres, que somos, o que serán quienes aun no lo son, tenemos una misión tan grande, tan importante, tan vital. “El mundo” en el que tu crecerás depende de mi tanto como de ti, depende tanto de los padres de tus amiguitos, como de tus amigos mismos. NO es mi misión endurecer tu corazón para enfrentarte a ese “mundo” Es mi misión hacer de ti, y criarte como una niña que ame tanto su vida, y que guarde tanto su corazón, que haga de este “mundo” uno menos cruel y despiadado.
Y por eso hablo de sinceridad, porque como padres la necesitamos. No tenemos que ser perfectos, cometeremos muchos errores, pero si necesitamos ser sinceros con nosotros mismos. Con tu papá tenemos un compromiso para enseñarte el valor de las palabras, de los buenos sentimientos, tenemos un compromiso para darte un buen ejemplo, ese ejemplo que será tu orgullo, y que será tu arma para tener criterio propio para poder, algún día, cuanto tengas capacidad de decisión, ayudar compasivamente, valorarte, respetarte, amarte, responder por tus acciones, pedir perdón cuando te equivoques, caer y comenzar, y todo eso, si que te permitirá ser una buena persona, un bonito ser humano, y esa SI es mi misión. Mucho dependerá de ti, de tus decisiones, pero lo que depende de mi te aseguro, lo tendrás.
Hablo de sinceridad, porque en el fondo, todos queremos hijos lideres, buenos, obedientes, que tengan lo mejor. No soy la excepción a esos padres, y decir que lo soy sería ser hipócrita, porque eso es lo que quiero que seas hija. Pero quiero que seas esa persona por ti y para ti, esa es la diferencia. No por competir con tu amiga o amigo, no porque seas más bella, ni mejor que otro, sino para que seas feliz, con lo que TU eres, y por lo que TU tienes. Y por eso me esfuerzo. A lo largo de tu formación no verás padres perfectos, pero si entenderás que todo lo que hacemos es por y para ser felices NOSOTROS. El cielo es para TODOS hija mía. Y por eso me esmeré por escoger para ti un papá que compartiera conmigo esos ideales.
A lo largo de tu formación también encontrarás que tus padres sentirán injusticia, rabia, dolor, y se dejarán llevar por ello, porque humanos somos, pero también verás que seremos los primeros en aceptar que se equivocaron, que pedirán perdón, que lucharán y se levantarán siempre que cometan un error. Porque con esa humanidad se lucha cada día, y depende de mi que aprendas el buen sentido de lo que esto significa. Que el Espíritu Santo me guie siempre mi amor.
Por todo esto mi vida, me esfuerzo por entender que no es mi responsabilidad este mundo, pero si es mi responsabilidad mi pequeño lugar dentro de él. Que si es mi responsabilidad entender que debo dejar de quejarme de este mundo, porque yo soy el mundo, y que la "pequeñez" de mi actuar puede hacer la diferencia. Que tengo responsabilidad por cómo está este mundo, porque he sido parte de esas acciones que lo hacen lo que es. Es decir por cada vez que soy injusta, rencorosa, burlona, orgullosa, cada vez que critico a un familiar, o amigo, y no me corrijo. ¿Cómo voy a pedirte que seas algo, si yo misma no lo soy primero? Aprenderás a pensar por ti misma, pero tambíen a respetar y comprender a quien piense, sea y sienta distinto a ti. Aprenderás que habrá personas no tan buenas que intentarán hacerte daño, y que tendrás que tratar, pero sobre todo aprenderás a sentirte orgullosa de ciudar tu corazón, y a confrontarlas desde esa premisa, y con ese pensamiento si que aprenderás a ser feliz.
Que tengo responsabilidad en este mundo cada vez que me dejo llevar por comportamientos que no comparto, pero que son aceptados por la sociedad, que soy responsable como adulta y como tu mamá por mi falta de sinceridad conmigo misma, y que seré incapaz de hacer de ti una niña capaz de tomar consciencia de sus acciones si yo misma no lo hago.
Finalmente, hija mía, termino esta carta, repitiéndote: te amo. Y porque te amo ahora entiendo el significado de lo que realmente es que mi amor por ti sea más grande que yo misma, porque entiendo que amarte es esforzarme, y por eso, puedo prometerte una cosa con la sinceridad y consciencia que Dios me ha dado; seguiré luchando, contra los estereotipos aceptados cada vez más, contra las modernidades que se vuelven realidades y aceptadas por otros padres, y las cuales, -sin juzgar-, mientras yo piense que no son para ti no aceptaré solo porque el “mundo” piense que están bien.
Seguiré luchando conmigo misma, por seguir reconociéndome, perdonándome y sanándome para ser mejor para mi, para ti y para este mundo, ahora si, -sin comillas-. Haré todo mi esfuerzo y daré todo de mí para que a través de ello, puedas sentirte tranquila, para poder decir con satisfacción que lo he dado todo, seguiré guardando mi corazón a pesar de TANTO, para con toda la autoridad que Dios me ha dado, poder verte y sentir que lo he logrado, y sobre todo para tener la satisfacción al final de mis días, de saber que, en este mundo, nada ni nadie podrá afectar tu corazón.
Con amor, tu mamá.
*Blog inspirado en el capitulo 4 del libro de Proverbios, especialmente el versículo 23.
Nota: Tenía mucho tiempo de no escribir un blog, por razones muy personales que algún día, tal vez, harán parte de otro, pero hoy quiero volver con este, en medio de mi imperfección, con todo respeto hacia cada una de las personas que lo leerán, porque un revoltón de sentimientos invaden mi ser y mi corazón. Entendiendo que la misión de estas palabras no son por mí y para mí, sino para un Dios que las inspira, muy a pesar de mi humanidad…
Excelente! Me llegaron tus palabras❤️