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El día en que Belén nació: un milagro que merece ser contado.

  • Foto del escritor: Cova de Iria
    Cova de Iria
  • 5 jul 2019
  • 10 Min. de lectura

Actualizado: 6 jul 2019

Desde que supe que estaba embarazada, sentí en mi corazón un enorme sentimiento de gratitud, sabía desde ese momento que mi bebe era sin duda alguna un maravilloso regalo. Mi milagro, porque un bebe, su formación, su llegada, siempre será una bendición y un extraordinario milagro. En esos momentos aún no podía ni siquiera imaginar, que la llegada de mi hija sería en todo el sentido de su definición un verdadero milagro: ¨Suceso extraordinario y maravilloso que no puede explicarse por las leyes regulares de la naturaleza y que se atribuye a la intervención de Dios¨


A medida que pasan los meses y se cumplen las semanas, y se acerca la llegada del bebe, empezamos a planear y a imaginar cómo será ese momento, qué iremos a sentir, cómo lucirá, a quién se parecerá, si vamos a llorar, a reír, a gritar… Además de los movimientos de Belén, también sentía una especie de cosquillitas nerviosas, por las noches la soñaba y en el día me la pasaba buscando y organizando las cosas para que todo estuviera listo. Su primera puesta, sus manticas, su pañalera lista, las compras de último minuto, coordinando con el ginecólogo para que dejara entrar al papá y a la tía Luisa para grabar el nacimiento, escogiendo el día en oración para su llegada, y aún en medio de las molestias, porque al final ya me sentía muy cansada, pidiéndole mucho a Dios que todo saliera bien.


¨Muchos son los planes en el corazón del hombre, pero el señor dirige sus pasos¨[1] Así mismo, Dios nunca se equivoca. Desde una semana antes del día de su nacimiento, yo ya venía sintiéndome cansada con dolores en el vientre bajo, pero como ya habíamos programado la cesárea, en mi mente solo bastaba esperar. Sin embargo, Dios tenía otros planes para nosotros, recordándome que siempre será Él quien tiene la ultima palabra.


Desde la semana 28 Belén nos mostró en ecografía que venía en posición podálica (sentada o de nalguitas). Inicialmente yo siempre había tenido la ilusión de poder tenerla por parto natural, pero ella decidió desde muy temprano que quería nacer por cesárea. Debo confesarles que la posición de Belén me desilusionó mucho, me sentía triste, intranquila, empecé a orar para que se diera la vuelta, mantuve mi esperanza hasta ultimo momento, hacia ejercicios, la estimulaba, y sin embargo, ecografía tras ecografía sólo me confirmaban que seguía muy cómoda sentada.


Para mi ultima ecografía, a la semana 37, Rafa, mi ginecólogo, me dijo muy triste, (él sabía cuanto quería yo mi parto natural), que era hora de programar la cesárea, que no era imposible, porque NADA ES IMPOSIBLE PARA DIOS, pero si, muy difícil, que a esas alturas del embarazo Belén cambiara su posición y se diera la vuelta a posición cefálica (de cabeza). Mis amigas siempre estuvieron apoyándome, dándome ánimos, y al final hasta concluimos que era mejor que pudiéramos programar la fecha para que algunas de ellas pudieran trasladarse a Barranquilla. A lo ultimo, yo concilié mis sentimientos, acepté la voluntad de Dios y de Belén, y me puse a orar para escoger el día. Rafa me había dado un margen de 6 días para elegir, empecé a rezar mis rosarios, y un día antes de mi siguiente cita con él, en la que debía decirle qué día queríamos, fui al santísimo a orar. Puse 6 papelitos en una bolsita y delante del Rey saqué uno, decía: 18.


De inmediato llamé a Andre, le dije ¨nacerá el 18 de mayo amor, mañana escojo con Rafa la hora.¨ Le conté a mi mamá, a mi hermana, a nuestra familia, a mis amigas para que compraran pasaje, y a las que no venían también para empezar a orar por el día. Todo estaba ¨listo¨. El 16 en la mañana salí muy temprano a terminar de comprar las cosas que me hacían faltan. A eso de las once de la mañana empecé a sentir un dolor muy fuerte tipo cólico. Busqué en internet y leí que ese tipo de dolores eran comunes en la ultima fase del embarazo. Eso me tranquilizó y me confió.


Pasó el día, y al final de la noche, tipo nueve, el dolor era casi que insoportable, demasiado fuerte, Andre y mi mamá querían llevarme a urgencias, pero yo insistía en que era ¨normal¨. En mi cabeza ya tenía todo programado, mis amigas tenían pasaje, yo en mi voluntad estaba en modo nace el 18. Sin embargo, a eso de las diez de la noche, el ritmo del dolor empezó a cambiar, aumentando intensamente, los dolores iban y venían: ERAN CONTRACCIONES.


Finalmente, el dolor pudo más que yo, y dije listo, no aguanto, esto es serio. Salimos corriendo para la clínica, Andrés y mi mamá estaban muy nerviosos. Yo, aún en medio del dolor me mantenía en calma. El sistema diseñado por Dios para traer niños al mundo es PERFECTO. Aun sintiendo tanto dolor, las mujeres somos capaces de contenernos, respirar, esperar, y aguantar. El nos dotó de esa capacidad, de esa fuerza y resistencia que sólo una mujer puede tener para dar a luz y traer vida al mundo. En urgencias estuvimos hasta que llegaron Rafa y su equipo, un par de ángeles terrenales que Dios había escogido desde hace mucho tiempo porque Él ya sabía lo que estaba por pasar.


Como yo no esperaba que Belén naciera ese día, había comido tan solo unas horas antes. Después de hacerme el monitoreo, Rafa me confirma que Belén debía nacer, que por el ritmo elevado de las contracciones a esas alturas debía desembarazarme de inmediato. El anestesiólogo estaba en apuros porque no podían ponerme anestesia local por haber comido tan recientemente, y yo, bastante intensa, no quería dejarme poner anestesia general. No quería estar dormida en el momento en que sacaran a mi hija y perderme ese instante soñado y tan anhelado. En medio de la indecisión y de mi estress, pasaron aproximadamente dos horas, hasta que el pediatra que acompañaría mi cesárea, el doctor Juan Consuegra, con unas dulces palabras, un abrazo y su bendición, me convenciera de dejarme ponerme anestesia general y empezar la operación.


¨Ya te voy a dormir, en ocho minutos te despierto para que veas a tu hija¨ me dijo el anestesiólogo. -Miré el reloj: 11:57 minutos, hice rápidamente mis cuentas, 12:05 del 17 de mayo, en ocho minutos conocería al amor de mi vida… Abrí mis ojos, miré el reloj redondo colgado en la pared. 1:47 minutos. Más de hora y media había transcurrido. Horror. ¿Qué pasó? ¿Dóooonde esta mi hija? A lo que el anestesiólogo respondió: ¨Si no te hubieras dejado operar, unos minutos más… y no estuviéramos contando esta historia, tu hija es un milagro.¨


Al estar en posición podálica, las probabilidades de que el bebe trague liquido amniótico aumentan, y así pasó con Belén. Tragó un poco del liquido meconiado (se había hecho popis), afectando sus pulmones y corazón, lo que hizo que la bebe no reaccionara y necesitara reanimación. Un momento de mucha angustia según nos cuentan los médicos, no entendían por qué la bebe dejó de respirar de un momento a otro, sus signos se paralizaron por un minuto. Después de ese largo y duro minuto el pediatra, la persona que Dios usó como instrumento y a quién le debo la vida de mi hija, la trajo de vuelta.


Andrés y mi mamá no entendían por qué se demoraban tanto, preguntaban a las enfermeras y nadie daba razón, solo les decían que debían esperar. Mi mamá me contó que rezó muchos rosarios, pidiéndole a Dios una sola cosa: Misericordia. Al final Rafa y Juan salieron con caras largas y cansadas, no querían contarles lo que había pasado, -fue muy duro-, dijeron. De inmediato meten a la bebe a UCI de neonatos, y yo mientras tanto, seguía sin saber. ¨Oramos dentro del quirófano, de rodillas le pedí a la Virgen que nos diera la mano¨, contó Rafa. Días después me diría que el caso había sido objeto de junta médica y aun no encontraban explicación.


A las cuatro de la mañana, me pasaron a la habitación. Mi corazón, mi cuerpo, mi alma, todo estaba destrozado, física y emocionalmente. No podía verla, mi hija tenía más de cuatro horas de nacida y yo no sabía cómo era, no sabía cual era su olor, cómo se sentía su piel. No pude ponerle su primera puesta, no tengo recuerdos, no tengo registros de su llegada, no tengo fotos, no se filmó el video, nada de lo que había planeado fue. A ciencia cierta, sólo los médicos, y Dios, saben que pasó durante esas dos horas en la cuales se manifestaría el milagro más grande de mi vida hasta hoy. (Esta parte la he re-escrito muchas veces) Aún me duele el corazón.


Andre y mi mamá me consolaban, me decían que todo iba a estar bien. Andre el único que la había visto, me describía cómo era, porque estaba prohibido tomar fotos en la UCI, pero por más que yo tratara de imaginarla, por más consuelo, una parte de mis entrañas había salido de mi, me la habían arrebatado, y mi dolor era así, entrañable. Oraba y oraba y le pedía fuerzas a Dios, pero soy humana, y en esos momentos mi único consuelo sería verla. Dios mientras tanto obraba en silencio dotándome de fuerzas. Aunque yo no entendiera, aunque yo no lo viera, aunque no lo sintiera, Él estaba ahí.  


No fue sino hasta al día siguiente a las dos de la tarde, una eternidaaaad después, por ordenes medicas para su estabilidad y la mía, que me dejaron verla. Todos los videos que había visto, todo lo leído, todo lo planeado para dejarla en mi pecho al nacer, nada pudo ser. Así pasaron cuatro días, hasta el feliz momento en que pudo pasar su primera noche junto a mí. Pero para mí, en mi corazón, es como si hubieran sido treinta. Viví toda clase de emociones, me sentí triste, devastada, después la mirada y la sonrisa de mi hija al verla cada vez que bajaba a UCI me reconfortaban y subía feliz. Pero pasaban las horas y volvía a sentir esa tristeza, ese vacío, ese dolor, que por más que intento describir sé que jamás podré.


La compañía de la gente fue mi anestesia, una sonrisa dibujada en mi cara transmitía la paz que Dios me regaló por medio de cada persona que enviaba a distraerme. Pero el silencio de la soledad, hicieron de una habitación testigo de mis lagrimas y desolación. Al caer la noche y estar sola, solo le pedía a Dios que ella estuviera bien, Él me abrazaba porque en medio de todo lo sentía junto a mí, me mantuvo serena, como solo puede estar aun en medio de sus sentimientos, quien se aferra en medio de su angustia a Él con toda su fe.


Sólo Dios y Belén tal vez, podrán entender completamente los días duros por los que pasé. Andre y mi familia tranquilos y sonrientes pudieron comprender y respirar por mis cambios repentinos. Sólo quien es madre podrá entender la inmensidad de este amor, y del dolor de no estar a su lado, la angustia hasta ese momento en que te dicen que la van a dar de alta. La fuerza provino de Dios si, por medio de su regalo, mi hija. Esa que es de Él, pero que envió a través de mi para enseñarme que hay rincones de mi alma y fuerzas en mi cuerpo que antes desconocía. Nunca olvidaré quienes me tendieron la mano en esta experiencia que hace parte de mi testimonio de vida, mucho o poco para algunos, pero una espada que atravesó mi corazón por siempre para mí.


Dios ha puesto muchas pruebas en mi camino, todas para confirmarme su poder. Para enseñarme que su amor lo puede todo, para formarme en carácter y fe. Me tomó mucho tiempo terminar este blog. Hace parte de lo más intimo de mi ser. Pero alguien me dijo que los milagros, los verdaderos, merecían ser contados, merecían gritarse fuerte y claro, que la MISERICORDIA de Dios debía ser contada. Y aquí estoy, mucho más tranquila, con muchos sentimientos aún en mi corazón, pero MUCHO más fuerte. Mucha oración estuvo rodeando mi embarazo, Dios sabía que la iba a necesitar, también mi madre María me consoló siempre con su amor, ella que entregó a su hijo, nadie mejor para entender perfectamente lo que sentía, ella me cobijó bajo su manto ayudándome a ser fuerte como ella lo fue.


Ha pasado un mes y medio, y mi hija, su piel, su mirada, sus caricias, sus abrazos, su sonrisa, todo su ser, me recuerdan diariamente el amor de Dios. Ella ha borrado con su presencia el sentimiento de esta experiencia, renovando cada mañana mi esperanza. Y ella misma, jamás me dejará olvidar la inmensidad de la gloria y el poder de Dios. Cada vez que la veo llena de vida y salud recuerdo que se la debo a Él. Ya le he tomado más de mil fotos y videos para compensar aquellos que en su momento no pude hacer.


Dios sigue escribiendo mi testimonio, me prepara para contarle historias al mundo a través de mi vida, para que nunca deje de escribir para Él, para esto me trajo, esto también hace parte de misión. Me fortalece para prepararme a cumplir su propósito para mi. Hoy termino estas palabras en medio de lagrimas, esta vez de felicidad, con Belén a mi lado, recordándome que no importan las batallas, las pruebas, los malos deseos, las dificultades, las adversidades, SIEMPRE saldremos triunfantes cuando confiamos en Dios. NADA ni NADIE pueden impedir su voluntad. En medio del proceso y a pesar de todoooo, justo cuando también se empieza a dudar, sentí siempre claro su mensaje: ¨Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, Porque el Señor tu Dios te acompañará donde vayas¨[2]


Me he tomado mi tiempo para sanar, para recordar sin dolor, para cerrar mi herida, para reconciliarme con su voluntad. Para terminar de entenderla. Hoy lo hago, y estoy tranquila, feliz, viviendo humanamente y disfrutándome y VALORANDO al máximo esta oportunidad que Dios me regaló al permitirme compartir con ella durante los días que decida prestármela aquí en la tierra. Espero que sean muchos, de rodillas le pediré me mire siempre con misericordia y me ayude a crecer en fe para ser quien Él quiere que yo sea: Melissa hija, hermana, esposa, amiga, MADRE.

Hoy más que nunca las aliento, las animo, con toda el respaldo que mi vida misma me da, les grito CREAN, CONFIEN Y TENGAN FE. Días duros habrá, días en que creamos que no hay más fuerzas habrá, la clave siempre será vivirlos de la mano de Dios. Hoy, hice las pases con la forma en la que Él decidió que Belén llegara al mundo, entendiendo que soy su escogida, de sus más fuertes guerreras, más dispuesta que nunca a serlo, sé que ocupo bajo su mirada un lugar especial, y que debo permanecer dando la talla para esta misión tan grande que diariamente me confía. Estar cerca de Dios no significa ni asegura que no habrá días malos, al contrario. Esta es la vida. Conocer a Dios y tener temor de Él es saber, que aun en medio de los días grises permanece de nuestro lado hasta que llegue el color.


Con estos sentimientos y toda mi sinceridad, más que nunca y desde lo más intimo de mi ser vuelvo al blog, llena de fuerzas y esperanza para seguirles regalando.


Con cariño,


Mely

[1] Proverbios 19:21


[2] Josué 1:9l 

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7 comentarios


carolinabuelvas1503
24 jul 2019

Los milagros si existen, cada palabra que escribes refleja el amor profundo por tu hija y que eres una guerrara te admiro demasiado meli ✨

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• Aprendamos Juntas •
• Aprendamos Juntas •
11 jul 2019

Definitivamente leerte y no lagrimear es imposible. En tus anteriores blogs leía como soñabas a tu bebé y verla en fotos confirma que Dios te escuchó siempre. Es hermosa, y como no, Con esos papás tan lindos!!! La Virgen Maria guarde a tu bonito milagro llamado Belén. Y por favor, nunca dejes de escribir. Un abrazo, Camila.

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Yuli Hinojosa
Yuli Hinojosa
10 jul 2019

Es hermosa la forma como escribes, Dios ha sido Bueno contigo y con tu bebé. Yo en estos momentos estoy comenzando mi embarazo y al igual que tu estoy muy entrega a Dios y a la Virgecita para que todo en este proceso sea de mucha felicidad.. Bendiciones Meliii

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Ana
07 jul 2019

Dios es grande y Maravilloso yo también vivi un momento parecido al tuyo mí embarazo era gemelar primero nació la niña y cuando nace el niño sale bien llora de repente queda seco y lo dejaron en neonatos eso para mí fue horrible yo queria tener los dos a mí lado tanto esperar ese momento y mí bebé duro 4 días en neonatos cada vez q iba lloraba al verlo hay solo llorando se le rompe uno el corazón

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Carmen Ramirez
Carmen Ramirez
05 jul 2019

La bendición de Dios es grande.

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