Orgullosamente, modelo 87.
- Cova de Iria

- 5 jun 2018
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 13 jun 2018
Hace unos días tuve la oportunidad de compartir y hablar un rato con amigos de la infancia. De esos de la misma ciudad, de toda la vida, a los que uno no ve, ni habla con ellos todos los días, pero con los que cuando se ve, parece que no hubiera pasado el tiempo, con los que comparte grandes y lindos recuerdos. Hablábamos con orgullo, y recordamos nuestras épocas. Estoy hablando de nuestras vidas hace quince años atrás. De cómo era nuestra vida sin celulares, redes sociales, recordamos los primeros noviazgos, reímos y concluimos que pasábamos muy bueno. Éramos realmente felices.
Esa conversación, y esos recuerdos felices, genuinamente felices, me llevaron a recapitular uno de los temas que ya tenía en la lista para el blog, y decidí priorizar, porque estoy segura de que esa conversación no fue coincidencia, quiero hablar de la felicidad en Dios.
Desde hace mucho tiempo, por circunstancias múltiples, he venido reflexionando acerca de la idea de felicidad que hoy envuelve nuestros días. Desde la entrada en furor de las redes sociales, muchas personas han previsto la necesidad de mostrarse siempre felices, pero felices, sin Dios. Debo reconocer que las redes sociales son una gran herramienta al usarlas bien. El problema no es su uso, es su mal uso. Sin embargo, con sus avances, la ¨modernidad¨ y la libertad de pensamiento que impulsan, siento que cada vez son más las personas que alzan la voz para decirnos que no importa nada, que debemos ser felices, confundiendo a muchos jóvenes que ahora se creen con más experiencia o con más ¨derecho¨ a vivir siendo adolescentes como adultos, o con derecho a hacer lo que quieran porque ya nada parece merecer el suficiente respeto, y así ser falsamente ¨felices¨.
Recuerdo que cuando era niña, quería ser adulta para que nadie me dijera qué podía o no hacer, mis papás me decían que habría tiempo para todo y así fue. Aunque muchas veces desobedecí sus consejos, hoy en día miro atrás y comprendo lo necesarios que fueron. Y aunque cometí algunos errores, agradezco a Dios por haberme protegido, y haberme mirado con su inmensa misericordia para llamarme a conocerlo a temprana edad.
No obstante, antes de empezar en este camino, muchas veces recordaba decisiones que consideraba habían estado equivocadas y me culpaba una y otra vez por haberlas tomado. Pero fue una vez que reconocí mi felicidad en Dios que empecé a reconciliarme con ellas y a entender que Dios me conoce desde antes que naciera, que sabe exactamente quien soy, así como también sabe de que material tú estas hecha. Conoce cuales son tus miedos, pero también conoce tus sueños, conoce tus éxitos y fracasos, tus debilidades y cuánto te has podido caer, pero, en su infinito amor, no está interesado en condenarte por ellos, sino más bien está decidido a amarte, y a hacer que lo conozcas para que te ubiques en el lugar de hija de Dios que te mereces, y para el cual fuiste creada. Al entender esto, mi vida realmente cambió.
Sea cual sea tu historia, la creación no podría ser más hermosa, si no se reconociera el inmenso amor de Dios en ti, que eres su obra. El mundo no podría verse igual sin tu sonrisa, sin tu personalidad, sin tu esencia, sin tus particularidades, sin tu ser, sin tus talentos, sin tus comentarios, sin tu mirada llena de esperanza, sin tus palabras, en fin, el mundo no podría jamás lucir tan perfecto sin ti, así que, aunque hoy no lo entiendas, o aunque te equivoques, tu vales para Dios, Él te diseñó así, tal cual eres. Pero también, quiere que conozcas la verdadera felicidad en Él para que el mundo no te haga perder tu belleza. Si aún leyendo esto lo sigues dudando, te invito al terminar este blog, a leer el Salmo 139, 1-17, y me cuentes.
Invitarte también, a que te rodees de personas que respeten tu libertad, que te respeten con amor. Mujeres a valorarnos, a reconocer ese lugar especial en la creación, como mujeres valiosas, dadoras de vida, merecedoras de todo, a respetarnos a nosotras mismas, a darnos ese lugar especial que tenemos y merecemos. A vivir nuestras etapas, sin prisas, a repartir bien nuestro tiempo, esas valiosas 24 horas que Dios nos regala cada día, a invertirlas en ti, por ti.
Decirte, que esa felicidad tan anhelada, llegará a su tiempo, para que cuando tengamos 70 años podamos mirar atrás y decir, fui realmente feliz, sin prejuicios, sin ataduras, sin presiones, sin tonterías que hemos adoptado en nuestras vidas, y que ahora le estamos pasando a nuestra juventud, sin dejarlos ser verdaderamente libres con todo lo que hacemos y decimos. ¿Se han detenido a pensar el contenido que le estamos dejando a la historia?
Manifestarte, que desde que conocí la gracia de Dios en mi vida, soy verdaderamente feliz, veo la vida de otra manera, me preocupo menos, soy más segura, más compasiva, entiendo mejor el propósito de Dios en mi vida, y no me avergüenzo de decirlo. Que bailo, me divierto, río, me equivoco, pero me conservo feliz porque sé que estoy llamada a serlo. Pero sobre todo decirles, que la felicidad no está en las cosas, en los apegos, pues debemos ser conscientes que sin nada vinimos al mundo y que sin nada nos iremos.
Que no es cool ni moderno perder la vida eterna por las mentiras del mundo actual. Que nunca pasará de moda la familia, los valores, lo sencillo, el respeto, el ser mujeres con nuestra delicadeza, y sí, con nuestras diferencias con los hombres. Ojalá si me lees y tienes 16 puedas pensar que lo tradicional vale, que puedes ser más moderna en Dios, que sin Él. Y que si tienes 40, puedas mirar atrás a tu adolescencia y recordar cuanta felicidad en esos años con cosas que aún no existían, y éramos igualmente felices.
Por eso en este día, reconozco el orgullo que siento al ser modelo 87. Porque puedo reconocer la felicidad en el compartir, en el amar, en el dar, en el confiar, en el perdonar, en la creación entera, porque reconozco mi vida en quien me la da completa. Hoy te quiero invitar a ti mujer, si tienes quince años, veinte, treinta, cuarenta, cincuenta, a que busques a Dios con todo tu corazón, sin perjuicios, y con absoluta tranquilidad y certeza de que está contigo siempre, queriendo regalarte verdadera vida, incluso ahora mismo que lees, para que te decidas a comenzar a ser feliz, de verdad, desde ya, pues nada NADA, NUNCA será mejor que Él.
💖 Mely.






Soy modelo 95 y soy Feliz, me encanta cada palabbra que escribe. Refleja la realidad de la vida.
Mely ! Pocas personas tenemos la dicha de conocer a Dios a tan temprana edad, y que lindo que más allá de saber que Dios existe, podamos ser reflejo de el y de su infinito amor por cada una de nosotras! Te felicito💗💪🏼✨
Esooo 👏🏻👏🏻👏🏻 Aprender a valorar los momentos, la familia, los amigos, pero sobre todo nunca dejar a Dios a un lado. Me encanto esta entrada mely 💘