Un homenaje a la amistad.
- Cova de Iria
- 5 jul 2018
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 6 jul 2018
Debo confesar, y hasta con un poco de nostalgia que por mi vida han pasado muchas mujeres maravillosas, muchas a las que he llamado amigas, y de verdad en su momento lo han sido, unas que aún conservo y otras que se fueron quedando atrás con el paso del tiempo o las circunstancias, sin embargo a todas a las que alguna vez he llamado amigas sin duda han dejado huella en mi corazón, grandes recuerdos y hasta enseñanzas. Por algunas razones he de aceptar que con el paso del tiempo, la vida y la edad, me he vuelto más pensativa y selectiva, tal vez no de las amigas pero si de la amistad. Y es que a veces conocemos personas que no pensamos que llegarían para ser amigas y nos terminan dando tremenda lección de amistad, porque se puede ser amigo de toda la vida, o circunstancial, de épocas, de grupos espirituales o de trabajo. Sea cual sea el motivo, cuando se llega para ser amigo, de verdad, se crea un vínculo equivalente al amor, merecedor de igual respeto, valor, tiempo, dedicación y lealtad, con sus altos y bajos, con sus puntos máximos y otros en los que uno piensa ¿por qué es que somos amigas?
Ahora, debo decir que yo si creo en la amistad, pero sé que, como en el amor, así como hay de toda clase de novios, hay de toda clase de amigas. Está la primera amiga, las que llegaron temprano y nos regaló la vida desde chiquitas y para quedarse, otras con las que compartimos pasiones, anhelos, momentos, y otras que Dios nos va poniendo en el camino y llegan para llenarlo. Lamentablemente también están las que se entibian y se van olvidando, las que ocuparon en su momento su espacio, las que cumplieron su ciclo junto a nosotros y se fueron. Las que van llegando y reemplazando, y también las que nunca lo fueron realmente y por eso tal vez no perduraron. Las que nos fallan y no somos capaces de repararlo, o con las que peleamos pero no importa, no cambia nada. Las que la distancia acabó, y esa no tan querida que si le cae mal a una termina cayéndole mal a las demás. Las que dejaron de ser intimas pero aun así uno les desea siempre lo mejor, las que han sido enseñanzas de las fuertes, que nos hicieron aprender lo que es y no es una amistad. Y eso no es malo, la gente cambia, se va, y vuelve, o no, pero las que se quedan deben ser reales, conscientes, y leales.
Hace unos días toda sentimental, (y es que yo me la paso inventando motivos para suspirar, por que si, soy biennn romanticona,) me encontré releyendo mi anuario escolar. Me reí por horas de las cosas que escribimos mis amigas y yo, de recordar las personas que pasaron por nuestras vidas, y de repente me trasladé quince años atrás cuando todavía éramos unas adolescentes. Siento a veces como si no hubiera pasado el tiempo porque las esencias las conservamos, pero otras veces siento como nos han pasado los años y hemos madurado, o en esas estamos, hemos aprendido, hemos caído, llorado, nos hemos reído a carcajadas, hemos gozado, también hemos callado, y hemos ido poco a poco construyendo nuestra amistad, cada una en su forma de ser, en su forma de ver la vida y de vivirla.
Pienso en mis mejores amigas y pienso en mí, y de verdad no sé cómo hicimos para escogernos. Pero también he aprendido gracias a ellas que algunas veces las diferencias pueden ser tan valiosas, los complementos, o los espejos de lo que queremos ser porque nos inspiran, o lo que queremos cambiar por sus circunstancias. Y es que las mejores amigas son esas con las que siempre hay algo para hablar, esas que son afecto, nostalgia, recuerdos y lealtad. Esas a las que siempre se vuelve, a las que uno cela por sus nuevas amiguitas, esas que siempre son palabras que llegan cuando más se necesitan, esas que son llanto y abrazos llenos de bondad. Esas a las que uno ha criticado cuando de la rabia quisiera meterles puños al sentir que están haciendo algo que no deberían hacer, pero que con las mismas uno escucha una y otra vez porque de eso se trata la amistad. Las que le dan color al alma y con las que uno realmente disfruta las veces que aparecen.
Las que algunas veces descuido porque me pierdo en mí misma, en el trabajo, la lectura, las ocupaciones, Andrés y ahora en Cova, pero a las que siempre les aparezco haciéndome la loca y culpándolas de mi olvido. Las que no me paran bolas, o las que ya no me entienden tanto, las que me critican en silencio pero de puro amor. Con las que a veces no estoy de acuerdo y me las paso regañando, o con las que tiré la toalla y ya no les digo nada pero aun así sigo queriendo, o las que se ennoviaron y solo aparecen para que les haga el mensaje lindo, la carta o les aconseje, y no pasa nada, con las que puedo dejar de verme o hablar todos los días pero siempre realmente están.
Esas con las que podemos ser completamente opuestas, mental, emocional y hasta físicamente, esas tan ellas y uno tan uno, con diferencias que podrían ser causales de divorcio de una amistad, pero a las que queremos locamente y a pesar de todo soportamos, y necesitamos de su opinión siempre. Esas que me vieron pasar por todo, las que me aconsejaron cuando necesité, las que me regañaron cuando lo requería, las que lloraron conmigo y también las que no me apoyaron las cosas mal hechas. Las que me juzgaron porque les mentí, pero que estuvieron ahí cuando volví con mirada regañada a pedir papaya. Las que hoy en día están orgullosas de mí, y yo de ellas, las que aplauden mis logros, valoran mis palabras. Las que han caminado junto a mí en todo momento, esas, las mismas que me abrazan en los días mas importantes de mi vida y con las que los comparto.
Porque sí, ser amiga no es siempre estar de acuerdo, es relajarse cuando hay que hacerlo, pero salir como loca a llamar a la otra a ver cómo se ayuda a la que está mal. Ser amiga es armar sindicato cada vez que sea necesario, ser amiga es pasar por pruebas, y es también superarlas. Ser amiga es tener diferencias y aprender a amar a cada quien como es y a respetarlas. Es cantar canciones a pulmón herido, es mandar mil fotos a ver cómo salgo y si la sube uno o no a Instagram. Es verse en pijamas con ojeras y descomplicadas, es no temer a decir la verdad, es no tener que pretender, es pedirse prestado y devolverse al año las cosas, es estar en las mieles del amor y después sintiéndose abandonada cuando lo cambian a uno por otro o por otra amiga. Y es estar ahí cuando vuelven, yo me he ido y he vuelto y he visto irse a otras y volver, y es seguir, así uno les haya echado lengua por abandonarnos.
Así es como he llegado a comprender que las diferentes formas de ser, unas de rumba y otras de netflix, unas de tacones y otras de tennis, unas fit y otras de pizza, unas hiper sensibles (esa sería yo) y otras secas como una uva pasa. Unas libres y otras tradicionales, unas juicio y otras desenfreno, unas aplacando y otras empujando. Todooo eso, nos hace a todas de corazones enormes, gente buena con almas y espíritus compasivos, dispuestas a reír o a llorar, a volar o zarpar, a disfrutar los logros sinceramente, pero que también miran con recelo cuando duele una actitud que toca respetar así no se comparta, y que igual abrazan y sonríen con lealtad porque hay mucho más en juego, toda una historia que agradecer.
Por eso hoy, he decidido hacerle un homenaje a la amistad, a la buena. A las amigas que estuvieron y ya no están pero me acompañaron, a las que no fueron tan buenas pero llegaron en forma de lección y aprendizaje, y sobre todo a las que están, a las leales, a las que me perdonan cuando soy insoportable, a las que me entienden y aceptan, a las que me quieren y valoran, las que se alegran por mí, y por las que estoy dispuesta a respirar una y otra vez como en un buen matrimonio con amor y paciencia en nuestras diferencias, a las que se merecen la apuesta. Y también quiero hacer una invitación a valorar la amistad, a valorar las presencias, a entender y escuchar al amigo, a pensar antes de fallarle, a conservar eso tan importante y que tal vez hemos dejado de cuidar: nuestras amistades. A no dar por sentada su presencia, a cuidar el título amigo, la palabra amistad, a no dejar ir a quien nos ha tendido su mano, y sobre todo una invitación a amar, porque ser amigo es sin duda alguna, una forma de hacerlo.

Totalmente cierto, hermoso escrito 🙏🏼💫
Me encanto este homenaje a la amistad!!! ❤️ Tienes toda la razón, amigos para todos los momentos los que se quedan y los que se van, totalmente cierto👌🏻